Siempre he sabido que no debo preguntar lo que no quiero saber. Ahora sé que tampoco pregunto lo que no me quieren contestar. Pero cuando a mí me preguntan me queda la duda de si preguntan porque verdaderamente quieren saber o sólo por un compromiso contraido con no sé quién. Graves sospechas de que el mundo de la cortesía nos ha jodido la franqueza.
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