miércoles, 30 de abril de 2008

Egoteca

“Es usted puro talento”. J.B.
“Estás tocando a la puerta. Ya no esperes”. A.M.
“Si dejas la literatura cometerás el peor error de tu vida”. B.M.
“Bastó una sola línea para entrar a su mundo y sus obsesiones: olvido, desahucio y muerte; acaso la misma cosa”. S.P.
“Amigo: anda rondando por un laberinto de donde no es fácil salir. Si lo logra tendrá lo que anda buscando y también nosotros”. C.M.
"Quisiera poder mirar tan profundamente". Y.L.
“… Y los ojos brillando de inteligencia”. Y.R.
“El ritmo te arrastra, desde el ojo de agua hasta el mar”. P.B.
“Profundamente doloroso. Espero que no se vuelva enojo. Gracias por la inspiración”. R.C.
“Usted es como el Quijote: Todo mundo habla de él, pero nadie lo ha leído y mucho menos lo entiende”. S de L.

martes, 29 de abril de 2008

"La noche pasada te viví, la noche pasada te soñé, la noche pasada te maté, con mi pistola de papel".
"Y al final del principio, tú, que no sabías lo que yo pensaba. Y yo que pensaba que tú lo sabías".
"Porque también somos lo que hemos perdido". Iñarritu.
"Lo bueno de los años es que curan heridas, lo malo de lo besos es que crean adicción. Ayer quiso matarme la mujer de mi vida. Apretaba el gatillo cuando se despertó" J.S.

lunes, 28 de abril de 2008

Qué onda, ¿sí vamos, o no? Va a estar chido y te tengo incentivos. Va a ir la Katy. Güey, esa vieja está bien sabrosa y bien que te echa el perro, si no le caes es por pendejo. Si yo fuera tú, ya le hubiera metido una cogidota que la dejaba viendo estrellitas. ¿Ah, verdad? ¿No que no ibas? Si nomás oíste que va tu vieja y hasta tu verguita se paró. Apurate, güey, que ya va a empezar el desmadre. Mira cuánta raza hay. No mames, me dijeron que iba a haber un chingo pero no pensé que tanta. Ahí está por quien llorabas, vente, cabrón, vamos a ver que tranza. ¿No te digo? Si está bien buena, ve nomás ese culito. De una vez te digo, si no te apuntas yo si me la chingo; conste, sobre advertencia no hay engaño. No oigo ni madres. ¿Y ora? ¿Ya viste a esos? ‘Tan raros, no parecen de la banda. Güey, mira allá arriba. Arriba, cabrón, en el edificio. No mames, no mames. Va a haber madrazos. Corre, cabrón, corre. Por aquí no se puede , para el otro lado, para el otro lado. Ya me cargó la chingada. Carajo, me duele, ayuda, por favor, alguien que me ayude. Regresa, cabrón, no me dejes, no mames, no mames, no mames…
"Ad pulchritudinem tria requiruntur: integritas, consonantia, claritas".
T de A.

domingo, 27 de abril de 2008


Hola, cariño, ¿quieres compañía? Era flaca y morena, con el cabello largo y lacio hasta la cintura. Doscientos y el cuarto. Qué dices, mi rey, me pagas por adelantado. Asentí y le di el dinero que arrugó en la mano junto a otro papel que ella traía. Subimos a través de una puerta que sólo dejaba pasar uno a la vez. La escalera crujió a cada paso. Mientras yo cerraba, se levantó el vestido hasta la cintura mostrándome la ausencia de ropa interior y se tendió boca arriba en la cama, separando sus huesudas piernas para mí. Aprisa, corazón, que no tenemos toda la noche. Giró la cabeza hacia un lado mirando la azul pared del cuarto cuando me monté sobre ella. Me sintió terminar, me hizo a un lado, se levantó esquivándome y, sin soltar el papel y el dinero, se acomodó el vestido sin limpiarse. Ya sabes, cuando se te ofrezca, nene. Bajó corriendo por las escaleras que crujían casi todas al mismo tiempo. Desde la ventana, la vi cruzar la calle y meterse a una farmacia.

sábado, 26 de abril de 2008

Voces, voces, siempre voces. Voces que danzan alrededor de mí y me persiguen y no me abandonan nunca. Viejas, antiguas voces que vienen de tiempos inmemoriales, desde la del primer hombre, desde la de la primera mujer. La voz del interminable tiempo. La voz del mar, de la tierra misma, del universo todo. La de mi padre y mi madre y del dios inexistente. Aquí y allá, a veces susurrantes, a veces insoportables murmullos, a veces gritos, a veces una sola, tenue y ligera, hablándome al oído. Las de todos los hombres, las de todos los tiempos, fundidas en una, que está ahí, en el viento, en la calle, en cada paso, en cada cosa. Voces desesperadas y suplicantes, de alegría y de deseos, de batalla y de desahucio, de odio, de amor, de egoísmo. Persecución interminable de frases, de historias narradas, de vidas que se harán leyenda o se habrán olvidado. Callarán para mí un día, pero seguirán existiendo para otros, siempre ahí, jamás silenciosas, hasta que el destino del tiempo nos alcance. Y aún entonces, quedarán los ecos rebotando entre las rocas.
Pos qué te traes, pinche catrín, siempre con tu puta cara de bien jodido. Aliviánate, güey, pos ni que te hubieran refundido en el botellón. Aquí a todos nos ha chingado la tira y venos, aguantando vara nomás, total, así es este pedo. A ver, ya, di la neta, carnal, en qué la rolabas antes de andar en este bisne. Si se nota que tú andas en otro pinche rollo, hablas reteraro, me cae. Pa’ mí que tu eres de esos que si le hacen a la leida. A ver tú, pinche gabacho, qué se me hace que el catrín si le hace al gringo, en una de esas hasta resulta que es tu jefe. Órales, qué a toda madre, pintor, igual que el pelos. Pero pos por qué dices que eras, a poco se te rompió la brocha, chance te conseguimos una, mañana, en la pepena, y vuelves a pintar retehartas paredes, o le decimos al pelos que te invite a grafitear, que ese vato si se la rifa. Na, y a poco en la escuela enseñan también eso de la grafiteada, si el pelos aprendió así nomás, has de ser pendejo pa’ necesitar clases, o a poco si está más cabrón con brocha, pos a huevo que no. Ya suéltala, cuál es tu pedo. Ora, mi sidral, ya oíste a este vato, ve como le hace al mame. Historia larga de contar, eres remamador, pinche catrín, me cae que sí. Chale, ha de ser porque estás ruco, porque aquí todos contamos nuestro pedo en chinga. Mira qué fácil. Al gabacho le decimos así porque tiene los ojos verdes y parece gringo el puto, su jefe se lo cogía todas las noches hasta que ya no aguantó más y que se pela; al sidral se le murió la mamá, quezque de sida, y pos siempre tose y tose, el cabrón, y luego hace reculero; y pos yo, leve, nomás me eché a mi jefe porque se madreaba a mi jefecita, y un día que me emputo y que me lo chingo a machetazos, mi mamá me mandó a la verga y aquí me tienes dando el rol. Ya ves que fácil se cuentan los pedos, mi catrín, así nomás, los saca uno y luego un pasón de tiner y ya estuvo, ni quien se acuerde, ¿o qué, a poco sí tu pedo está más de la verga? Ha de ser, pinche catrín, porque siempre traes una puta jeta que pa’ qué te cuento.
Luego, nos juntamos todos para dormir cubiertos con la noticia en primera plana del último informe de gobierno. Sidral murió en la madrugada vomitando sangre. Los demás dormían. Lo separé del resto y cargando lo llevé hasta un parque donde sería fácil encontrarlo. Después, seguí caminando a lo largo de la calle.

viernes, 25 de abril de 2008

miércoles, 23 de abril de 2008

Recuento estimado de pérdidas

2 revistas y un periódico, 20 bases de datos, 29 cuentos terminados, 32 sin terminar, 8 capítulos de una novela, 21 ensayos, docenas de malos poemas (única pérdida favorable), 1500 canciones, algunas fotos y varios mails que eran las pruebas que quedaban de aquello. Ah, sí, y una tésis de economía a la mitad .
Cálculo estimado en páginas: 800.
Tiempo estimado de recuperación: 2400 horas.
Repartidos en jornadas de 4 horas: 600 días, es decir, un poco más de un año y siete meses.
Descontando el aquello, todo es recuperable. Eso dicen. Necesito alguno que escriba más rápido que yo y/o que, literalmente, me dé una mano. Quién se apunta. También necesito alguien que me diga qué hacer con la tristeza. Quién dice yo.

Soy Juan Pablo y vengo a hablarle. ¿Me puedo sentar? Lo primero que debe entender es que no quiero ocupar su sitio, o mejor para usted y peor para mí, no puedo. A veces invado su espacio, lo confieso, mas no por mucho ni del mismo modo. Yo estoy sólo cuando ella quiera, usted puede estar siempre que lo desee. Usted siente celos y yo envidia. Tal vez sean la misma cosa. Mas mis celos los dejé en otra mujer que ya ha cumplido con su parte y ahora no me queda sino esto. Le robo un poco de la tarde, es cierto, pero el resto del tiempo es suyo. Quizás sea verdad que invado un poco de sus sueños; comprenda que sólo eso son. Usted vive en un sitio más cercano, más tangible y yo soy una simple idea que se irá pronto. Cierto es que, después que ella termine de leerme, aún rondaré un poco dentro de su cabeza; no tenga miedo, me iré desvaneciendo lentamente del mismo modo que he llegado. Acaso otros ocuparán mi sitio y sus celos tendrán un nuevo protagonista. Yo ya no estaré para saberlo. De ser alguien me convertiré en algo, luego pensará cosas que yo le habré provocado y ella ya no sabrá de dónde han salido y creerá que son propias. Cuando intente recordar no sabrá siquiera mi nombre. No sé si usted correrá la misma suerte y su historia terminará un día; lo que aseguro es que no pasará lo mismo que conmigo, con usted tendrá recuerdos, conmigo ninguno. Su nombre estará en la lista también de sus memorias, andará por calles donde su presencia va a asaltarla y eso será su triunfo. En cambio, entre ella y yo no habrá calles comunes ni amigos cotidianos ni historias compartidas; mis palabras son eso y nada más. Si quiere odiarme puede hacerlo, le regalo la posibilidad de explorar sus emociones. Píenselo un poco, si yo lograra salir de donde estoy y pararme frente a ella, también odiaría mi ser altanero, mi figura, mi misantropía y, después de darme una excusa cualquiera, volvería a refugiarse en sus brazos. ¿Se da cuenta que no hay modo de que yo pueda ganar una partida? Ahora piensa en mí porque no pertenezco al mundo cotidiano, si yo entrara en él me rechazaría enseguida. No niego que he deseado hacerlo, a pesar del riesgo que conlleva, para poder mirarla una sola vez a la luz del mediodía, pero, en mis condiciones, es virtualmente imposible. No me queda más que conformarme con mi pobre situación de nonato y disfrutar el tiempo que me queda y que, le aseguro, es mucho menos del que usted supone. He venido a decirle todo esto, no porque crea que usted merece una explicación, le engaño si digo que me importa siquiera un poco, sino para suplicarle que me deje disfrutar los últimos instantes. Después será toda suya. Estoy acostumbrado a ser un amante clandestino y he aprendido a que no me importe. No, no sé lo que usted entiende por la palabra cínico. Lo dejo para que reflexione un poco, no me quedaré a escuchar una respuesta que sabré esta misma noche. Espero que sea consciente de la situación que nos atañe y tome la mejor decisión, por el bien de los tres. Sí, sí, otro antes que usted me ha llamado insensato cuando traté de explicarle, así que no es para mí algo nuevo. Basta con que uno solo comprenda mis razones. No le digo más. Ya expuse mis puntos. Hasta nunca. Por cierto, si yo fuera usted, a ese cuadro le pondría una ventana.
Castel se fue. Se perdió como había llegado.

Azares sin causa

Te encontré un día, luego te perdí. El tiempo entre ambas cosas fue muy corto. La sorpresa de que sucediera, también.

¿Sabe? Es como esos pueblecitos indefensos de allá arriba, donde un día llega la guerrilla y hacen muchos cambios y organizan todo. Y la gente empieza a tener una esperanza de que las cosas sean mejores, aunque haya balas y muertos y todo eso, porque sin ellos no hay balas pero hay muertos de todas formas. Y después llega el ejército y matan a cualquiera, lo mismo guerrilleros que gente de a pie. Y el pueblecito queda otra vez a la intemperie, aunque nunca en verdad dejó de estarlo a pesar de la trifulca. Cuando todo pasa, los soldados de ambos bandos se van, unos huyen y otros regresan a los cuarteles. Y los que quedan siguen estándolo, sin esperar nada, en el abandono completo, con el pueblo destrozado, con las casas deshechas y las familias perdidas. Y uno es como el niño que anda llorando a gritos, con los mocos escurriendo y la cara sucia y la ropa hecha jirones, buscando a un papá que se desangra entre las milpas y a una mujer que murió de un culatazo después de la violación. Y sigue gritando hasta que la pequeña garganta no puede más, y entonces el grito se vuelve gemidos ahogados y lágrimas que dejan marcas sobre la cara sucia. Y luego se acaba también el llanto y se queda dormido al pie de un árbol que no da sombra. Al paso de los días, ha olvidado llorar y busca comida o cualquier cosa que se le parezca, y entre tanto se hace hombre, así, de pronto. Y se le va la vida en hacer parir y en mirar la nada que se ve a lo lejos y en comer poco. Y cualquier día vienen otros y repite la historia de su padre con sus propios hijos, y luego los soldados y etcétera. Y nunca vino nadie a confesarle que todo había terminado. Y nunca más volvió a llorar pero algo queda en la mirada siempre. Y cuando le hablan no mira de veras, y cuando se ríe, porque también se ríe, es como si quedara algo de la soledad primera y no hay nada que la remedie. Y hecho hombre va a los bares y a las mujeres, y a nadie cuenta ese recuerdo que se ha perdido con el resto. Y anda por la vida buscando sin buscar nada, sabiendo de antemano ese destino que le espera inevitable. Y a veces se ilusiona con la tenue lluvia que le moja las mejillas, y otras veces sólo trabaja o bebe o copula o cuenta las historias del vecino, pero nunca llora. Y nadie va a saber de aquel recuerdo que él también habrá olvidado y que está en cada día que pasa, en cada golpe de hoz, en cada mano en la frente para limpiar el sudor que escurre hacia los ojos. Y no contará, no se dará cuenta, las pequeñas, diminutas felicidades que entre todo habrá tenido, la primera mujer en un lecho, la primera canción, el primer egoísmo. Serán instantáneas e insignificantes. Sobre aquéllas habitará el primer y único llanto. Y los días no se llamarán días y las horas no se llamarán horas y la vida no se llamará vida. Y uno anda como enfermo, como desconectado del mundo tangible, sin pedir nada, sin esperar nada tampoco, con la vida pasando solamente hasta que deje de hacerlo de cualquier modo. Y le engaño si le digo que duele; no duele nada. Duele la panza de hambre o las manos de tanto empujar la yunta, duele el cuchillo en el vientre. Esto que le digo no es un dolor, o no es un dolor de esos. Está siempre ahí y con nada se quita. Así, así es como me siento.
Uy, amigo, me dijo mientras limpiaba la mesa con un trapo todavía más sucio. Eso que quiere usted contar con palabras que yo no entiendo, aquí lo tienen todos. Tristeza la llaman. Pero anímese, hombre, ¿le traigo otra cerveza?

viernes, 11 de abril de 2008


Dibujé primero la forma de tu rostro, luego el contorno de tus ojos cerrados. Tuve especial cuidado en el trazo de la nariz. Acaso por un impulso inconsciente, o porque así era en verdad, te pinté en los labios una ligera sonrisa que acabó por ser triste. Con dedicación absorta, retoqué las sombras, los detalles. Al final dejé que mi lápiz se deslizara por el papel para alargarte los cabellos. Cuando me eché hacia atrás para mirarlo, te levantaste de improviso y, antes de darme cuenta, me arrebataste el cuaderno. Te expliqué que había algo, no sabía qué era pero lo hacía parecer extraño. Me dijiste que no importaba y saliste con él a la calle. Aquella vez no me atreví a seguirte. Hoy sé que el problema eran los pómulos, que estaban desiguales.
Conocí las cosas, luego las palabras. Hoy conozco las palabras; empiezo a olvidar las cosas.

Vi que no estabas. Y es una manera de decir. Lo que vi fue un lugar vacío y respiré tu nada porque estaba en todas las cosas. Me senté y me quedé esperando. Luego llegaron ellos. Fueron directo a una mesa en el fondo, ahí donde la luz hacía más falta. Después de un tiempo indescifrable, se levantaron para seguir el ritmo lento de la música que nadaba en las paredes. Ella reptó con caderas ondulantes en su cuerpo, bailó la danza del deseo sobre él, que sólo la miraba. Lo buscó con las manos y los ojos, le acercó el aliento y saboreó su boca, le susurró al oído palabras inteligibles. Al fin, él en ella se perdió, pues en ella todo se perdía. Y yo la seguí a cada instante y le busqué los ojos y nunca pude encontrarlos. Esa noche yo no existiría para ella; ni esa noche ni nunca. Y sentí celos, unos celos atroces e infinitos por la mujer que no eras. Y eran falsos aquel bar y aquella noche, falso el aroma de ti que hasta mí llegaba y falso el alcohol que fluía por mi garganta, y eran verdad la punzada en el estómago y el correr alterado de la sangre por mis venas. Y aquella mujer que no era tú, ocupó el lugar vacío en el que antes habitó tu ausencia.
Sophía, a fuerza de tantas veces ser llamada, aprendió su nombre. Múltiples calendarios pasarían antes que, en el día último, en la última de las horas, al fin lo comprendiera.

miércoles, 9 de abril de 2008


3 de octubre.- La madrugada de hoy fue encontrado el cuerpo de Fernando Martínez Ortega, de 33 años. El hoy finado fue descubierto por su vecino y amigo, el Sr. Carlos Ramírez Andrade, alrededor de las 4 A.M., cuando volvía a su domicilio después de una cena de negocios. Según la declaración presentada ante el representante del Ministerio Público, al entrar al edificio, ubicado en la calle segunda de Poble Blanc 42 de esta ciudad, Ramírez Andrade vio colgando, en la baranda de la escalera que da acceso a los apartamentos, el cadáver de Martínez Ortega. Éste se encontraba atado con una soga en el cuello que estaba sujeta en el barandal, justo a la altura del quinto piso donde el fallecido vivía. El cuerpo colgaba entre los pisos subsecuentes. Ramírez Andrade, con ayuda de vecinos que despertaron a los gritos de auxilio del mismo, descolgó el cuerpo; después dio parte a las autoridades. El forense decretó que la muerte por asfixia había ocurrido entre las 2 y 3 de la mañana.
El reporte policial preliminar da el suicidio como causa probable de la muerte, debido a que no se encontró ningún indicio de violencia. El apartamento número 506, donde el hoy occiso habitaba, se encontró sin muestras de ultraje o lucha, todo en perfecto orden. Tampoco el difunto mostraba marcas de algún enfrentamiento.
En entrevistas con familiares y amigos, se supo que Martínez Ortega no manifestaba ningún signo de querer atentar contra su vida. La misma tarde de ayer, había estado reunido con amigos y compañeros de trabajo festejando su ascenso a supervisor de procesos de calidad en Rosh & CO. , donde trabajara. Todos los entrevistados declararon haber encontrado sinceramente contento al interfecto por su nuevo logro profesional.
Martínez Ortega era Licenciado en Administración de Empresas, con una Maestría en Inglaterra sobre Comercio Exterior. Estaba comprometido con la Srita. Elisa Juárez Madrigal, de 28 años, y la ceremonia matrimonial estaba pactada para el 4 de marzo del próximo año. La mencionada, junto a familiares y amigos, declaró, entre lágrimas, que era un hombre sin problemas económicos ni de ningún tipo, querido por todos los que lo rodeaban y con un futuro prometedor; no era adicto a ninguna droga, no fumaba y sólo bebía ocasionalmente. Incluso, en una revisión a los exámenes psicológicos aplicados semanas atrás, por motivo del ascenso, no se encontró ningún desequilibrio emocional que diera luces sobre lo acaecido. La policía sigue las investigaciones de oficio.