domingo, 19 de julio de 2009

Las nubes

Salimos a fumar y ya no hablamos, el silencio lo era todo. No me dijo nada del hastío de su tarde ni yo del ataque terrible de tristeza que me embargaba por no sé qué diablos. En breves fumadas los cigarrillos se fueron acabando. Por el este el cielo estaba ennegrecido de nubes de tormenta.
- ¿Esas nubes van o vienen? – Preguntó.
- No lo sé, ojalá vayan, pero casi siempre vienen –sin decir más volvimos a entrar al sitio.

Requiem

Sin malditas ganas de despertarte, te despiertas todas las mañanas, te comes el resto de la cena de la noche anterior y te hundes luego entre las calles a buscar no sé qué, no sé dónde, esperando sólo que las horas transcurran para que al fin se acabe otro de estos días de mierda que miden más de 24 horas, donde nada sabe, nada huele, nada atrae la mirada, nada es capaz de provocarte una sensación en el cuerpo, donde ningún sabor te atraviesa la lengua y cualquier sonido que te llega parece insoportable. Estás muerto, tienes que saberlo, más aún que los silentes que habitan el cementerio y nadie vendrá a dejarte un ramo de flores ningún día ni a llorar cada domingo por la falta que le haces ni, una vez al año, recordará lo jodidamente bueno que eras y la huella que exiguamente has dejado por el mundo. Requiem a ti, ausente fantasma de las calles.