sábado, 9 de febrero de 2008


Soy dolor, soy nada. Vago sin cesar por las calles desiertas de una ciudad vacía y no te encuentro. Rondo por la basura del modus vivendi del que los años me han armado. He nacido como nace el río en el ojo de agua, del fondo de las piedras como si surgiera solamente. Lloro por no dejar que me consuma la indiferencia cotidiana, río porque no me gane la tristeza. Así van los días y las noches, así las noches y los días, así cada segundo. Tengo para mí que nada importa y, sin embargo, sigo viviendo al día, sin decidirme a dar el punto final de este correr que a nada me conduce. Quisiera no tenerte, quisiera que no me tuvieras y estoy aquí de todos modos, frente a ti, como si estar la pena mereciera. Quién eres que te has quedado, quién soy yo que permanezco. Mil lágrimas rodarán antes de que decida por fin desvanecerme, por fin huir, por fin quedarme. Tengo miedo, tengo frío. Fumo y me callo. Qué me queda, qué me queda. Ando sin andar y a medias vuelvo, como si fuera un vagabundo, nada de ti me queda, nada de ti olfateo. Quién me empuja a llorar, nadie. Quién me obliga a pensarlo, todo. Así estoy, así es que sobrevivo. Rondando entre mares de alcohol y de sombras, tratando de avanzar y me regreso, fingiendo que no miro, que no soy, que no estoy contigo. Vuelo sin volar, ruedo cuesta arriba para descender de nuevo. Estás tú, ahí, a lo lejos. Estoy yo, aquí, de ti tan cerca. Tan lejos de mí, no soy aquél que digo, no soy aquél que piensas, sino otro aquél que no es ninguno. Vendrán las noches y los días a hacer la vida y, después y antes de ellos, estaré de nuevo o nunca. Rasgaré las vestiduras de mis culpas a medio respirar y a medio todo. Cuando pase el fragor de la batalla incesante, me verás otra vez queriendo quererte sin que surta total efecto mi designio. Te querré a veces y a medias, sin saber si eso va a alcanzarte. Cuando todo vuelva a sus fuentes, negaré que te he mentido, olvidaré el fracaso de quererte y no sabré si estarás tú para entonces. Y así seguirá la vida. Llorando de soslayo, amando a punta de tristezas. Sobrevivir no es nada, sino lo es todo y amarte es la aceptación de tu existencia. Llegaré a la mitad de una noche sin estrellas o a plena luz del día, no importa. De cualquier modo he de llegar para irme luego. Así es esto. Vendrás a detenerme y a pedirme que me quede. No lo sé. Quisiera y no. Te imagino lejos de mí y no soporto. Te imagino cerca para siempre y la sola idea ya me cansa. Te quisiera cerca y lejos, tan lejos y tan cerca, yendo y viniendo sin cesar, como una reiteración constante. Así es como te quiero, mas no sé cómo es que quieres tú que yo te quiera y menos sé si es que yo quiero quererte de ese modo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy tú....
.... muy tuyo...

Anna Wulf dijo...

El ritmo te arrastra desde el ojo de agua hasta el mar...